La dieta japonesa es un claro ejemplo de
dieta hipocalórica, o lo que es lo mismo baja en calorías. Esto es así gracias a la consumición de muchas hortalizas y verduras, como los pepinos, los puerros y las cebolletas, los pimientos etc... Algunos elementos como el jengibre, el wasabi y el jengibre macerado son altos antioxidantes y contienen un poder acelerador del organismo, terminando con la grasa.
También el poder revitalizante de la dieta se obtiene, gracias a que se aumenta el consumo de pescado, en relación con el de carne, aliándonos a la obtención de altas proteínas de calidad con un bajo porcentaje de colesterol, velando por nuestras arterias.
El bajo consumo de sal, así como de recetas grasas, hace que la alimentación japonesa sea una de las más sanas del mundo, creando a una población muy longeva y que está en un estado óptimo de salud, manteniendo a raya a la obesidad.